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jueves, 10 de noviembre de 2016

''Los estancieros del Luján colonial: entre las vaquerías y la economía de mercado'', en Bisemanario El Civismo, 10 de agosto de 2016.

  Sin lugar a dudas, la estancia colonial ha sido uno de los temas más estudiados por los especialistas del período, desde distintos puntos de vista, fuentes y metodologías. Por eso, creo que siempre es conveniente volver a los estudios locales, para poder apreciar las particularidades de cada pago o partido de la campaña bonaerense colonial. Para el presente artículo, expreso el objetivo de caracterizar a las estancias del pago de Luján en un período histórico bastante particular, enmarcado desde comienzos de la década de 1720 hasta finales de la de 1750, por varias razones: en primer lugar, porque durante 1723 el cabildo de Buenos Aires (en ese momento las tierras del actual municipio de Luján pertenecían a la jurisdicción del mismo) nombró a los últimos accioneros sobre el ganado vacuno cimarrón, señalado así el final de las vaquerías en estos pagos. Estas consistieron, básicamente, en expediciones de caza organizadas por las autoridades coloniales y los vecinos criadores, con el objetivo de matar a los animales salvajes que rondaban por el campo y extraer el cuero (principal producto local de exportación), la grasa, el sebo y algo de la carne. Sin embargo, y pese a que el gobierno municipal intentó –tomando medidas puntuales y nombrando a los vecinos accioneros, es decir, aquellos que tenían propiedad sobre los bovinos salvajes- limitar la caza excesiva, este tipo de actividades llegarían a su fin por la extinción del recurso principal, debido a su naturaleza destructiva y no productiva.
  Ahora bien, justamente entre ese momento y mediados de siglo, se fueron consolidando otras formas de explotar al ganado en general y al vacuno en particular, como las recogidas de bestias alzadas y la cría de diversas especies en las unidades productivas ( en las chacras y  principalmente en las estancias). Por otra parte, en 1759 llegó a Buenos Aires la Real Cédula que reconocía al cabildo de Luján, y a partir de entonces la parte rural de Buenos Aires quedaría dividida en dos jurisdicciones capitulares distintas, la del antiguo ayuntamiento y la del nuevo.
  En este breve escrito me detendré precisamente en las características de las estancias del lugar, entendiéndolas no únicamente como lugares para el desarrollo de los rodeos y actividades agrícola-ganaderas, sino también como centros de socialización, en donde cotidianamente actuaban distintos grupos sociales: patrones, peones, campesinos libres, esclavos, y toda una gama de variedades étnicas y sociales. Gracias a datos obtenidos en el Archivo General de la Nación, pude acercarme a interesantes descripciones sobre los establecimientos ubicados dentro de los límites del pago de Luján. Registré 12 estancieros cuyos testamentos e inventarios de bienes se hicieron entre 1726 y 1759, todos ellos propietarios de las tierras que ocupaban.
  Respecto a la tierra, habría que decir que no todos los productores rurales eran dueños de sus unidades de producción, y que por lo general en aquel período no había dominios demasiado grandes ni ricos como para ser considerados latifundios, los cuales se comenzaron a conformar sobre todo a partir del avance sobre la frontera indígena posterior a 1820, acompañado de medidas importantes como la concesión de tierras en enfiteusis. El estanciero con el territorio más extenso que pude encontrar fue el capitán Joseph López, quien hacia 1752 tenía un total de 7.400 varas de frente por una legua y media de fondo sumando sus ‘‘varias estancias’’, mientras que al mismo tiempo era propietario de tierras de chacra en La Costa (actualmente San Isidro). El resto de los hacendados podrían considerarse apenas como medianos estancieros, ya que difícilmente superaban las 2.000 varas de frente (1 vara equivalía a menos de un metro).
  En cuanto a la producción de las estancias, hay que afirmar que todas las encontradas para el período estudiado fueron diversificadas, es decir, que complementaban la cría de distintas especies animales con la agricultura, fundamentalmente concentrada en el trigo. Tanto en los grandes dominios como en las explotaciones de menor nivel económico se daba esta realidad: entre los primeros, podría destacarse el del ya mencionado López, quien contaba con 4.619 cabezas de ganado vacuno, 1.157 ovinos, 991 yeguas de cría, 123 mulas, 62 caballos, 20 bueyes y 17 burros. En el segundo grupo debería ubicarse la estancia de Lorenzo Rodríguez (1745), la cual tenía en sus 1.900 varas de frente, 1.716 ovejas, 1.568 vacas, 109 equinos, 34 yeguas más 9 manadas, 11 bueyes y 9 mulas. En el último grupo (pequeños hacendados), estaría ‘‘la Señora de Mercedes’’ con sus 200 varas de frente, dentro de las cuales solamente declaró tener 11 bueyes. Sobre este rasgo de las unidades productivas hay que señalar que comprueban la hipótesis planteada por varios historiadores de que la ganadería bonaerense de la época respondía a las demandas de distintos mercados coloniales: la cría de vacunos para el abasto de carne local, la producción de cueros para el mercado exterior, la grasa y el sebo para distintos puntos de consumo locales y regionales, y el envío de animales en pie hacia distintas regiones, sobre todo el Norte minero (Potosí). En este último mercado se insertaron muy bien las mulas, por ser indispensables para la carga y el trasporte de la plata en las zonas de mucha altura. Vale la pena recordar que tanto las yeguas y los burros, así como también algunos caballos capados, fueron piezas centrales en el proceso de producción de mulares. Las ovejas eran más que nada para la lana (textiles artesanales) y carne para el consumo interno. Por su parte, los bueyes y caballos eran empleados para la agricultura, la tracción, la carga y el transporte en carretas.

  La presencia de la agricultura en las estancias, muy discutida hasta hace algunas décadas, resulta innegable, gracias a que en los datos pude encontrar animales característicos de los trabajos agrícolas como los ya mencionados, así como también herramientas específicas: azadas, arados, atahonas, morteros, rastrillos, etc.
  Por último, me gustaría mencionar una cuestión que profundizaré en el futuro: las recogidas de ganado alzado en Luján. Básicamente, eran expediciones armadas organizadas por el cabildo porteño, las autoridades rurales (alcaldes de la Hermandad y comisionados) y vecinos con haciendas para salir a buscar hacia el interior de la campaña los animales que se dispersaban por diversas causas como las sequías o porque entraban en celo. El objetivo era reincorporarlos a las estancias, guiándose en las marcas y señales de cada criador que eran reconocidas y oficializadas por el ayuntamiento. Los bovinos que fueran hallados sin marcas o los terneros (no debían pasar por el yerro hasta que no estuvieran maduros), considerados ‘‘orejanos’’, eran repartidos en prorratea, es decir, en proporción según el total que tuviera cada uno bajo su marca o señal. Sin embargo, en torno a esta prácticas surgieron problemas que merecen ser desarrollados aparte, como los enfrentamientos directos contra los ‘‘indios enemigos’’ y los pleitos vinculados a la distribución de los vacunos recogidos.
  En síntesis, las estancias del lugar eran diversificadas desde el punto de vista productivo, y se fueron consolidando a medida que se fueron extinguiendo las vaquerías, mientras que además estaban directamente vinculadas a las recogidas de alzados.

Referencias
Archivo General de la Nación (AGN). Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (AECBA). Serie II, Tomos V, VI, VII, VIII y IX; Serie III, Tomos I y II.
AGN. Tribunales. Sucesiones. Varios legajos.
Birocco, Carlos (2003). ‘‘Alcaldes, capitanes de navío y huérfanas. El comercio de cueros y la beneficencia pública en Buenos Aires a comienzos del siglo XVIII’’, en III Jornadas Internacionales de Historia Económica, Asociación Uruguaya de Historia Económica (AUDHE).
Fradkin, Raúl (2000). ‘‘El mundo rural colonial’’, en Tandeter, Enrique (Dir.). Nueva Historia Argentina. Tomo II: la sociedad colonial. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, pp. 241-284.
Fradkin, Raúl y Garavaglia, Juan Carlos (2009). La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los siglos XVI y XIX. Buenos Aires, Siglo XXI editores.
Garavaglia, Juan Carlos (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la flor.
Halperín Donghi, Tulio (2010). Historia contemporánea de América Latina. Buenos Aires, Alianza Editorial.
Mayo, Carlos (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820). Buenos Aires, Editorial Biblos.
Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). ‘‘El Cabildo de Buenos Aires y la economía rural: las recogidas de ganado y el abasto dentro de su jurisdicción, 1723-1750’’, en Carta Informativa XXXVII de la Junta de Estudios Históricos del Partido de La Matanza, Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), pp. 7-42.

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