Chacras y estancias en el pago de La Matanza
(primera mitad del siglo XVIII)
por Mauro Luis
Pelozatto Reilly
Durante todo
el período colonial, el territorio del actual partido de La Matanza se
constituyó como una zona rural dentro de los límites del pago que llevaba el
mismo nombre. Lejos estuvo de ser, desde mi punto de vista, una región pobre y
sin importancia para el desarrollo económico de Buenos Aires. Como bien señalan
algunos especialistas, en lo que tiene que ver con la economía rural, La
Matanza se caracterizó como una zona ‘‘mixta’’, entendiéndose como tal a los
espacios en donde coexistían y se complementaban la producción triguera y la
ganadería.
Respecto a
la primera de dichas actividades, habría que decir que se concentraban
principalmente en el abasto de trigo para el mercado local, donde las harinas y
los panificados constituían una de las piezas fundamentales en la estructura
alimenticia de los porteños y bonaerenses de la época. Lamentablemente los
padrones consultados no ofrecen detalles sobre la agricultura, y sólo podemos
asegurar su presencia gracias al importante número de establecimientos
registrados como ‘‘chacras’’ en el lugar (por ejemplo, en 1744, había 42
unidades productivas anotadas bajo esa denominación, mientras también había
otros ranchos sin clasificación pero que se dedicaban a las sementeras). Por
otra parte, en las sucesiones de los hacendados del pago se pueden encontrar
cantidades de trigo acumuladas en sacos de cuero, y herramientas típicas del
trabajo agrícola (como rastrillos, palas, morteros, azadas, arados, atahonas,
etc.), lo cual nos habla de la existencia de la agricultura en tierras donde se
criaban animales.
Mirando los
registros de 1744 (sólo 8 tierras aparecían con ganados), uno se atrevería a
pensar en que La Matanza formaba parte de lo que se conoce como ‘‘cinturón de
chacras’’, constituido por las zonas cercanas a la ciudad, dedicadas más que
nada a las cosechas de cereales para el consumo interno. Por otra parte,
algunos pocos terrenos fueron clasificados como ‘‘tierras de chacra y
estancia’’, lo cual resulta llamativo e interesante al mismo tiempo, ya que nos
muestra a propietarios que conformaron unidades verdaderamente diversificadas
(en el sentido de que eran tan trigueras como de haciendas).
Si bien hay
algo de verdad en esta afirmación que acabo de hacer, no es del todo correcta,
ya que remontándome al censo rural anterior (1738), me encontré con 15
criadores robre un total de 58 unidades familiares (es decir, que más de un
cuarto eran ganaderos), con la particularidad de que la mayoría de éstos
complementaban la cría de vacunos con otras especies, principalmente ovinos y
yeguarizos. Esto tiene que ver con una ganadería caracterizada por responder a
las demandas de distintos mercados: local (carne, grasa y sebo), regionales
(lana para la producción textil, envíos de reses y mulas al Alto Perú minero),
y exteriores (exportación de cueros hacia diferentes circuitos de comercio
ultramarino).
Esta
hipótesis se comprueba con el análisis de los inventarios de la época, donde me
hallé ante grandes criadores que al mismo tiempo prestaron atención a lo
agrícola. Tal fue el caso del capitán Ramón López (1745), que en sus tierras
(500 varas de frente), tenía 3.705 vacunos, 170 yeguas (y varias manadas
aparte), 100 ovinos, 1 manada de caballos, 8 mulas, 6 bueyes y varios
utensilios de labores agrarios.
De esta manera,
he intentado presentar una región diversificada desde el punto de vista
económico, donde coexistieron las chacras y las estancias (con mayor número de
las primeras), dedicadas a producir para múltiples mercados coloniales,
contexto en el cual participaron –como han demostrado varios especialistas,
incluido quien les habla- tanto pequeños campesinos como grandes estancieros.
Más
adelante, trataré de profundizar sobre aspectos más puntuales vinculados al
desarrollo de las prácticas productivas en las tierras de nuestro partido
durante la Época Colonial, tales como las características de los estancieros
más importantes del lugar en el mismo período, el papel de los pequeños
productores libres, la importancia de los esclavos, las particularidades de los
peones de campo y de toda la gama de campesinos dependientes que entraban y
salían de los establecimientos productivos, más todas las problemáticas y
relaciones sociales (principalmente con los ‘‘indios’’) que se dieron en esta
sociedad rural de frontera abierta.
Referencias
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Mayo, Carlos (2004). Estancia y sociedad en la pampa
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Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2014). ‘‘El Cabildo,
la ganadería y el abasto local en el litoral rioplatense, 1723-1750’’, en Actas
de las Quintas Jornadas de Historia Regional de La Matanza, pp. 230-244.
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