El objetivo de esta ponencia consiste en analizar
y caracterizar al desarrollo de la
|
ganadería –y puntualmente al vacuno- a nivel
local (pago de Magdalena, jurisdicción del
|
cabildo de Buenos Aires) durante un período
que va desde la extinción de las vaquerías
|
tradicionales2 hasta mediados de siglo, con la consolidación de nuevas prácticas
como las
|
recolecciones de ganado alzado y la cría de
diversas especies en las estancias 3. A su vez, se
|
desarrollarán otras problemáticas relacionadas
a los conflictos por el contacto con los
|
‘‘indios infieles’’4 de la frontera, como los robos de ganados y los efectos negativos
sobre
|
las sementeras desde la perspectiva de un cabildo
porteño que intentó tomar las medidas
|
necesarias como para garantizar la seguridad
de las unidades productivas y finalidades
|
primordiales como el abasto de carne local.
Desde distintas fuentes (actas capitulares,
|
padrones rurales y sucesiones), se intentará
describir las prácticas productivas, los grupos
|
sociales involucrados en las mismas, la evolución
de la tierra y las haciendas 5
durante el
|
período y la intervención del gobierno municipal.
Se parte de la idea de que a lo largo de
|
aquellos años tuvieron lugar varios procesos
de importancia en simultáneo: una tendencia a
|
la fragmentación en la ocupación de las tierras,
un avance del ganado vacuno dentro de los
|
1 Profesor en Historia egresado
de la Universidad de Morón (UM) y Especialista en Ciencias Sociales con
mención en Historia Social por la Universidad
Nacional de Luján (UNLu). Actualmente se encuentra
finalizando la tesis final para la obtención
del título de Magíster en Ciencias Sociales con mención en Historia
Social (UNLu). Se desempeña como docente en
la cátedra de Historia de América I del Profesorado en
Historia (UM) y en los seminarios de investigación
I y II de la Licenciatura en Historia de la Universidad
Nacional de La Matanza (UNLaM).
|
2 Se hace referencia a las
expediciones organizadas por autoridades, vecinos y demás interesados destinadas
a
practicar la caza y extracción de recursos
(pieles, grasa, sebo y algo de carne) sobre el ganado vacuno salvaje
o cimarrón.
|
3 El tema forma parte de
la tesis de Maestría.
|
4 Denominación que se encuentra
frecuentemente en los acuerdos del cabildo.
|
5 Término empleado para
definir a los planteles de ganado disponibles.
|
1
|
establecimientos rurales y una intensificación de los enfrentamientos
en la frontera que tuvo
|
influencia sobre la población y las prácticas
agropecuarias.
|
El pago de Magdalena en sus comienzos:
la ocupación inicial del espacio territorial
|
Los primeros asentamientos de españoles en
la región de Magdalena se originaron a
|
partir de los repartos realizados por don Juan
de Garay, pese a que en principio éste no haya
|
repartido más allá del Riachuelo por la inseguridad
que representaban los entonces
|
denominados ‘‘naturales alterados’’. Dicha
situación de indefensión, más la enorme
|
disponibilidad de tierras generada por lo poco
atractivas que resultaban, generó una primera
|
generación de propietarios ausentistas. Se
conoce bajo esta denominación a aquellos que
|
recibieron tierras pero que, en vez de habitarlas
personalmente o con sus familias,
|
continuaron residiendo la gran mayoría de su
tiempo en la Ciudad de Buenos Aires,
|
dejando en sus posesiones rurales a capataces
o encargados, visitándolas algunas veces por
|
año. Luego de las batallas que se dieron entre
peninsulares y aborígenes pampeanos cerca
|
del Riachuelo, el Río Matanza y las costas
del Río de la Plata, Juan de Garay pudo efectuar
|
los primeros repartos en lo que se conocería
como pago de la Magdalena: por aquel
|
entonces, se dieron unas 31 ‘‘suertes de estancia’’6.
|
Cuando hablamos de estas extensiones, estamos
haciendo referencia a tierras de entre
|
media legua (3.000 varas, o en su defecto 2.600
metros) de frente, por legua y media de
|
fondo. Vale la pena aclarar que estas medidas
estaban relacionadas con las disposiciones de
|
la Corona, y se mantuvieron durante prácticamente
todo el período colonial 7. Según
|
Garavaglia, éstas tenían 1.875 hectáreas de
extensión 8, y tuvieron un carácter productivo
|
diversificado, lo cual será explicado más adelante.
|
Asimismo, hay que tener bien presente que las
autoridades coloniales intervinieron
|
mediante políticas de repartos de tierras y
ajustes. Por ejemplo, a principios del siglo XVII,
|
6 ARRONDO, César y SÁNZ,
Vilma (2000). ‘‘La ocupación de tierras en el pago de la Magdalena: De los
primeros repartimientos hasta la ocupación
de comienzos del siglo XIX’’, en Anuario del Instituto de Historia
Argentina, Universidad Nacional de La Plata, pp. 9-10.
|
7 Ibídem, p. 11.
|
8 GARAVAGLIA, Juan Carlos
(1999). Pastores y labradores
de Buenos Aires. Una historia agraria de la
campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la flor, p. 131.
|
2
|
el por entonces gobernador y capitán general Hernandarias de Saavedra,
implementó una
|
política territorial tendiente a la organización
espacial: se hicieron amojonamientos de
|
chacras, mensuras, se hizo la delimitación
del ejido de Buenos Aires, se registró la
|
existencia de tierras despobladas, se fijaron
los espacios productivos (regiones de chacras y
|
estancias), etc.9. Pedro Esteban de Dávila, gobernador hacia 1635, decidió realizar
en dicho
|
año un ajuste administrativo por el cual las
tierras de la jurisdicción (incluyendo las de
|
Magdalena), pasaron por una especie de evaluación
para revalidar los títulos de mercedes
|
de los cuales gozaban los vecinos10.
|
Los gobernadores (como también el cabildo),
tenían la facultad de otorgar mercedes de
|
tierras en nombre del Rey, ante las peticiones
presentadas por vecinos. Puntualmente en
|
Magdalena, la concesión de tierras se vio favorecida
por ser una región baja, vacía, con
|
grandes bañados, de difícil acceso y cercana
a los indígenas nómadas. Los interesados
|
presentaban pedidos formales, los cuales estaban
compuestos por la descripción de sus
|
servicios brindados para la Corona, sus ascendientes
asentados sobre aquellas tierras, su
|
carácter de vecino, manifestando la necesidad
de adquirir esas tierras para mantener a su
|
familia, la ubicación geográfica de las mismas,
los límites naturales especificados (si los
|
había), y si se trataba de tierras vacas, yermas,
abandonadas, etc.11.
|
En cuanto a las características de estas primeras
ocupaciones rurales, vale la pena marcar
|
que los datos extraídos de los pedidos de mercedes
no aportan demasiado, ya que de las 34
|
concedidas entre 1630 y 1640, solamente tres
solicitantes aclararon que buscaban dedicarse
|
a la cría de ganados mayores y menores, con
la particularidad de que se trató de vecinos
|
beneficiados con varias propiedades rurales12. Por otra parte, pocos son los estudios
|
dedicados a la relación entre estas ‘‘suertes
de estancias’’ y la economía colonial,
|
destacándose el realizado por Rodolfo González
Lebrero, quien tras el análisis de
|
sucesiones correspondientes a la primera mitad
del siglo XVII, encontró 14
|
establecimientos definidos como ‘‘estancias’’,
de las cuales solamente una estaba ubicada
|
9 ARRONDO, César y SÁNZ,
Vilma. Op. Cit., Ibídem.
|
10 Ibídem, p. 17.
|
11 Ibídem, pp. 12-13.
|
12 Ibídem, p. 16.
|
3
|
en Magdalena, mientras que se hace mención a que a comienzos de la
centuria (1611), el
|
cabildo porteño había registrado 9 chacras
trigueras en éstos territorios 13. Más alejadas de la
|
ciudad que los demás espacios productivos,
las estancias eran de mayores proporciones y
|
estaban dedicadas principalmente a la cría
de animales 14. A su vez, Garavaglia nos dice que
|
existían ‘‘estancias de cercanías’’, ubicadas
más próximas al ejido urbano, y orientadas a la
|
producción ‘‘mixta’’, como algunas de las anteriores15. Por su parte, las chacras eran más
|
chicas que las estancias, con muchos menos
animales, y dedicadas especialmente a la
|
producción agrícola, forrajera y a las huertas,
mientras que también había quintas de menor
|
tamaño dentro de los límites de la ciudad para
la obtención de trigo y alimentos vinculados
|
directamente con el consumo local16.
|
Hablando específicamente de las unidades de
producción (UP) de la primera parte del
|
siglo XVII, González Lebrero llegó a importantes
conclusiones sobre los rasgos de las
|
mismas gracias al análisis y la obtención de
datos de los inventarios: en primer lugar, que
|
tanto las chacras como las estancias desarrollaron
la agricultura, debido a que ambos tipos
|
de establecimientos contaban con herramientas
características de dichas prácticas, como las
|
atahonas; por otra parte, la existencia de
algunos establecimientos con esclavos, divisados a
|
partir de la existencia de ‘‘casas de esclavos’’
(lamentablemente no se especifica de qué
|
lugar eran esos casos); a su vez, las chacras
se destacaron por la presencia de arados,
|
azadas, hachas, carretas, entre otras cosas
como corrales, herramientas de carpintería,
|
viñedos y yerros17.
|
En cuanto a las orientaciones productivas,
hay bastante que detallar, al menos
|
considerando toda la jurisdicción del cabildo
de Buenos Aires. En principio, que se
|
destacaban los vacunos, ovinos y porcinos,
en ese orden de importancia. Por ejemplo, los
|
primeros se encontraron en el 93% de las estancias,
aunque no se rastraron grandes
|
13 GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo
(1993). ‘‘Chacras y estancias en Buenos Aires a principios del siglo
XVII’’, en FRADKIN, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la Plata
colonial. Los establecimientos
productivos (II). Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
pp. 72-73.
|
14 GARAVAGLIA, Juan Carlos.
Op. Cit., Ibídem.
|
15 Ibídem, p. 156.
|
16 Ibídem, pp. 159-161.
|
17 GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo.
Op. Cit., pp. 70-81.
|
4
|
hacendados, destacándose apenas las 3.000 cabezas que tenía Antón
Higueras de Santana18.
|
En cuanto a los establecimientos trigueros,
pocos de ellos tenían vacas (16%) y en
|
cantidades menores (por lo general, no más
de 400), siendo relevante que autoridades como
|
los gobernadores y el cabildo siempre intentaron
alejar a los cimarrones de las zonas de
|
chacras para proteger a los cultivos19. De los cerdos, sólo sabemos que estuvieron en
|
algunas chacras (21%) y en una buena parte
de las estancias (78%), mientras que también
|
se criaban otros animales como cabras (sobre
todo en las UP trigueras y de menor
|
extensión), yeguas (destinadas, en gran medida,
a la cría de mulas) y animales destinados a
|
la carga, el trasporte y los trabajos agrícolas
como fueron los bueyes y caballos, muy
|
importantes tanto en chacras como en estancias20.
|
En definitiva, vemos una campaña donde predominaba
una economía rural mixta
|
(coexistencia entre la agricultura del cereal
y la ganadería) y con haciendas diversificadas
|
(cría de varias especias al mismo tiempo).
Pese a las diferencias que ya se expondrán, este
|
rasgo se mantuvo al menos hasta mediados del
siglo siguiente.
|
Tierras, hombres y ganados en Magdalena
durante la primera mitad del siglo XVIII
|
Ahora, resulta preciso pasar a nuestro período
y apoyarnos en el análisis de nuestras
|
fuentes. Empero, hay algunos conceptos básicos
a tener en cuenta, a la hora de analizar a la
|
campaña de la Magdalena colonial, su sociedad,
sus conflictos y sus prácticas económicas.
|
Recordemos que, como bien señalan Arrondo y
Sánz, se trataba de una sociedad de frontera
|
y por lo tanto de riesgo 21, pero que no solamente es sinónimo de conflicto, sino también de
|
relaciones sociales y comerciales entre la
sociedad indígena y la hispano-criolla22. Este
|
aspecto será profundizado con los testimonios
y datos extraídos de las fuentes.
|
18 Ibídem, pp. 81-83.
|
19 Ibídem, pp. 83-85.
|
20 Ibídem, p. 87.
|
21 ARRONDO, César y SÁNZ,
Vilma. Op. Cit., p. 9.
|
22 SALAS, Adela (2007). ‘‘Nuevos
aportes para la historia colonial rioplatense: la población’’, en Épocas.
Revista de la Escuela de Historia, Universidad del Salvador, p. 28.
|
5
|
A su vez, el pago que estamos analizando formaba parte de una región,
la cual era llamada
|
por Carlos Mayo como ‘‘la pampa’’, y no era
ajena a ciertos rasgos estructurales de la
|
misma, que condicionaron el desarrollo de sus
actividades productivas y obviamente sus
|
poblaciones:
|
‘‘Estancias
sin cercos, reservas de ganado alzado, abundantes en aquellos tiempos de sequía,
circuitos clandestinos de comercialización
en el marco de una economía mercantilizada, baja
presión de la demanda de productos pecuarios,
acceso directo a algunos medios básicos de
subsistencia, frontera abierta y una amplia
oferta de tierras de fácil acceso, son los rasgos
estructurales que explican aquella peculiar
sociedad rural donde sobran los ganaderos y escasean los
brazos, donde la entrada al sector criador
está tan abierta y los bordes son todo menos herméticos,
donde, en suma, los hombres y los ganados disfrutan
de una notable autonomía’’23.
|
Justamente, el objetivo central de nuestra
investigación tiene que ver con todos estos
|
rasgos señalados por dicho autor.
|
En cuanto al primer punto, el de la abundancia
de ganado alzado y el fácil acceso a los
|
mismos, hay bastante para señalar. En investigaciones
anteriores, me he encargado de
|
demostrar cómo el cabildo de Buenos Aires (así
como otros de la región, como el de Santa
|
Fe), se ocupaba de cuestiones directamente
vinculadas a la administración del ganado
|
vacuno disponible, tomando medidas en función
de las demandas de distintos mercados
|
coloniales como el abasto de carne local, los
cueros para exportación, la producción de
|
piezas de sebo y grasa, el envío de animales
en pie, etc. 24. Y Magdalena no escapó a estas
|
problemáticas, y de hecho fue un punto importante
dentro de la jurisdicción en este sentido:
|
por ejemplo, en octubre de 1748, ante la necesidad
de hacer recogidas de ganado, el
|
maestre de campo don Juan de Sa Martín acusó
tener las providencias necesarias para su
|
realización: en el Río Arrecifes había designado
al maestre de campo don Joseph Zevallos,
|
23 MAYO, Carlos (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820).
Buenos Aires, Editorial
Biblos, p.
37.
|
24 GARAVAGLIA, Juan Carlos.
Op. Cit., pp. 216-217. PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2014).
‘‘El
Cabildo, la ganadería y el abasto local en
el litoral rioplatense, 1723-1750’’, en Actas de las Quintas Jornadas
de Historia Regional de La Matanza,
pp. 230-244; (2015). ‘‘El
Cabildo, los vecinos y la utilización de la ‘otra
banda’ como territorio alternativo en la economía
rural colonial. Buenos Aires y Santa Fe durante la extinción
del ganado cimarrón y las vaquerías tradicionales
(1720-1750)’’, en Estudios Históricos,
Uruguay, Nº 14, 30
págs.; (2015b). ‘‘El Cabildo de Buenos Aires
y la economía rural: las recogidas de ganado y el abasto dentro
de su jurisdicción, 1723-1750’’, en Carta Informativa XXXVII de la Junta
de Estudios Históricos del Partido
de La Matanza, UNLaM, pp. 7-42; (2016). ‘‘El mercado de la
grasa y el sebo en Buenos Aires colonial:
actividades productivas, precios y regulaciones
durante la primera mitad del siglo XVIII’’, en Revista Raíces,
Uruguay; (2016b). ‘‘El cabildo, la ganadería
vacuna y los precios en el Río de la Plata colonial durante la
primera mitad del siglo XVIII’’, en Revista de Historia, España.
|
6
|
al frente de 150 hombres, bajo la orden de no recoger los animales,
sino internarse en
|
territorio indígena; y en el Río Areco, nombró
al capitán don Jacinto Piñero, siguiendo la
|
misma orden junto a sus milicias y el vecindario
de aquellos pagos; en Luján, se puso como
|
encargado al capitán don Juan de Chevez, con
toda su compañía y los vecinos, que eran
|
criadores, quienes debían cumplir la misma
orden inicial; en el Río de las Conchas, a
|
Fermín Gómez en las mismas condiciones; en
La Matanza, el capitán don Isidro Velázquez
|
de la misma forma, mientras que en Magdalena,
habiéndose convocado a todos sus vecinos
|
para que corrieran con la misma diligencia,
éstos informaron que los animales ya se
|
encontraban en las estancias correspondientes,
aunque sin embargo resolvieron mandar a
|
hacer las recorridas para ver si habían quedado
algunos dispersos25.
|
En este ejemplo pueden apreciarse varios puntos
importantes: en primer lugar, la
|
regulación de las recogidas de animales alzados
por parte del cabildo; en segundo término,
|
la conformación de milicias para ir ‘‘campaña
adentro’’, las cuales a su vez estaban
|
conformadas por compañías milicianas y vecinos
particulares del lugar, por otra parte, la
|
administración del ganado juntado, con el objetivo
de reintegrarlo a las estancias. Esto tiene
|
que ver con el desarrollo de las prácticas
pecuarias en ese contexto: tras la extinción de las
|
vaquerías tradicionales, por basarse exclusivamente
en la matanza y no en la cría del
|
vacuno26, tanto los ‘‘blancos’’
como los ‘‘indios’’ tuvieron que recurrir a otras prácticas,
|
como la mayor cría en las estancias por parte
de los primeros, y la intensificación de las
|
malocas sobre las haciendas de Buenos Aires
por parte de los segundos 27. Si a esto le
|
sumamos lo expuesto en mis trabajos, hay que
pensar en las faenas sobre el ganado salvaje
|
de la Banda Oriental y en las recogidas organizadas
de alzados en esta banda como
|
alternativas importantes.
|
25 Archivo General de la
Nación (AGN), Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (AECBA), Serie
II, Tomo IX, pp. 404-405.
|
26 HALPERÍN DONGHI, Tulio
(2010). Historia contemporánea
de América Latina. Buenos Aires, Alianza
Editorial, p. 41.
|
27 BARBA, Fernando (2007).
‘‘Crecimiento ganadero y ocupación de tierras públicas, causas de
conflictividad en la frontera bonaerense’’,
en Revista Andes,
Universidad Nacional de
Salta, pp. 1-2; MAYO,
Carlos. Op. Cit., p. 39; GARAVAGLIA, Juan
Carlos. Op. Cit., pp. 39-41; PELOZATTO REILLY, Mauro Luis
(2014, 2015 y 2015b).
|
7
|
En pocas palabras, sería erróneo separar las problemáticas de ganado
con las
|
problemáticas de indígenas, sobre todo en una
región como la del sur de la Ciudad de
|
Buenos Aires. Y los testimonios encontrados
en las actas del cabildo se encargan de
|
demostrarlo: en 1722, don Matías Solana propuso,
ante la falta de comisionado en
|
Magdalena, que se nombrara un comisario, ya
que don Ambrosio Negrete había sido
|
designado y no acudía a cumplir con su deber28. En noviembre de 1740 se trató sobre que
|
los ‘‘indios infieles’’ habían causado muertes
y otras hostilidades (el capitán a cargo de
|
dicho pago había sido asesinado por ellos)
sobre las estancias del pago. En consideración a
|
que no se había ofrecido resistencia en las
anteriores oportunidades, se decidió convocar a
|
un cabildo abierto para discutir sobre los
medios que debían implementarse para mejorar la
|
seguridad sobre las estancias de la jurisdicción
29. Días después, se manifestó un decreto del
|
gobernador y capitán general, presentado en
representación de los vecinos del lugar por
|
parte de Julio de Chavarría, Francisco Ballesteros,
Sebastián Macedo, Antonio Barragán y
|
Martín Gutiérrez, pidiendo licencia para salir
con 250 hombres a restaurar los cultivos y
|
haciendas robados y dañados. El gobernador
mandó a conferir al cabildo, el maestre de
|
campo y demás oficiales de la milicia para
que acordaran lo más conveniente. El alcalde de
|
primer voto sostuvo que se despacharan 500
milicianos lo antes posible, debido al número
|
de cautivos y las crecidas haciendas que se
habían llevado los ‘‘indios serranos’’, mientras
|
que debían arbitrarse todos los medios necesarios
para poder realizar las próximas
|
recogidas de las cosechas30. En febrero del año siguiente, se hizo referencia a cómo la
|
imposibilidad de bajar plata desde Potosí afectaba
negativamente a la producción y los
|
precios de las mulas y las vacas, provocando
que por no haber compradores los criadores
|
abandonaran estas actividades, todo esto sumado
a la guerra sostenida dentro de la
|
jurisdicción contra los nativos hostiles, la
cual afectaba sobre todo al pago que abastecía a
|
la región como lo era el de Magdalena. Allí,
el 26 de noviembre del año anterior, habían
|
matado a más de un centenar de personas, más
el robo de mujeres, niños, ganados vacunos
|
y caballunos, que no fueron recuperados pese
a haberse realizado todos los esfuerzos
|
posibles. Se resolvió sacar del Real Erario
lo necesario para costear las expediciones contra
|
28 AGN, AECBA, Serie II,
Tomo IV, pp. 560-561.
|
29 AGN, AECBA, Serie II,
Tomo VIII, pp. 193-194.
|
30 Ibídem, pp. 202-203.
|
8
|
los ‘‘infieles’’, para lo cual se nombró diputados a los alcaldes
para que pidieran un
|
donativo al vecindario y los comerciantes para
ayudar con los gastos31.
|
De estas anotaciones se desprenden varios aspectos
a mencionar: a) el peligro de la
|
frontera fue algo sostenido durante todo el
período; b) las autoridades coloniales y los
|
vecinos productores se preocupaban por la formación
de expediciones armadas contra los
|
nativos, en algunos casos muy grandes en cuanto
a cantidad de hombres y recursos; c) la
|
utilización de fondos públicos para estas empresas;
d) el nombramiento de comisionados
|
para controlar a los hombres y animales32; e) el carácter violento de las incursiones
|
indígenas sobre las UP de Magdalena, causando
daños económicos, humanos y materiales;
|
f) la mención de tierras de cría y de cultivo
en el mismo pago; g) la existencia de una
|
relación entre la producción de plata en el
Alto Perú y la de bienes agropecuarios en esta
|
localidad rural. Este último punto tiene que
ver con la inserción de la región del Río de la
|
Plata dentro del ‘‘Espacio Peruano’’, entendido
como centro principal de producción y
|
consumo, comprendido por el eje Lima-Potosí,
y en función del cual se fueron
|
especializando las otras regiones de Sudamérica
colonial33. Este aspecto merece ser
|
trabajado más detalladamente y en un período
de tiempo más prolongado, para poder
|
observar cambios y continuidades.
|
Pero sería un error centrarnos únicamente en
el papel de los funcionarios coloniales y de
|
los conflictos por el ganado en la frontera
abierta. Es preciso ir más allá, y hacer una
|
caracterización de las UP, su relación con
los mercados, y de los grupos sociales que las
|
habitaban y/o trabajaban sobre ellas, para
poder cumplir con nuestros objetivos de
|
investigación planteados al comienzo.
|
31 Ibídem, p. 264.
|
32 Ver BIROCCO, Carlos (1998).
‘‘La estructuración de un espacio de poder local en la campaña bonaerense:
las alcaldías de la Santa Hermandad de los
partidos de Areco y Cañada de la Cruz (1700-1790)’’, en
Cuadernos del P.I.E.A., U.B.A., Nº 5; BARRIERA, Darío (2013). ‘‘Justicias
rurales: el oficio del alcalde de la
hermandad entre el derecho, la historia y la
historiografía (Santa Fe, Gobernación de Río de la Plata, siglos
XVII a XIX)’’, en Revista Andes, Universidad Nacional de Salta, 24 (1).
|
33 ASSADOURIAN, Carlos (1982).
El sistema de la
economía colonial. Mercado Interno. Regiones y
espacio económico. Lima, Instituto de Estudios Peruanos; FRADKIN,
Raúl y GARAVAGLIA, Juan Carlos
(2009). La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los siglos XVI y
XIX. Buenos Aires, Siglo XXI
editores, p. 95.
|
9
|
Los grupos sociales y las UP
|
Antes que nada, resulta una necesidad marcar
algunas características de la sociedad rural
|
de Magdalena, para así poder comprender el
carácter de las UP y de la fuerza de trabajo en
|
ellas existente. Como bien señala Adela Salas,
un rasgo fundamental es la importancia de la
|
familia, entendida como:
|
‘‘…una
unidad dinámica que cambia con el tiempo. Se inicia en el matrimonio, continúa
con el
nacimiento de los hijos y con las incorporaciones
que sea realizan a lo largo de su existencia, y se
transforma a medida que alguno de sus miembros
se separa para formar otra familia o muere’’34.
|
Según la autora, éstas familias fueron importantes
como grupos de trabajo, y se
|
caracterizaron por ciertas conductas como la
endogamia, aplicadas tanto por los ‘‘blancos’’
|
como por mulatos, mestizos y nativos americanos
de Magdalena (endogamia étnica) 35.
|
Asimismo, vale la pena recalcar que esta conducta
fue característica también de grupos
|
sociales determinados como los estancieros,
quienes tendían a casarse entre miembros del
|
mismo grupo con el objetivo primordial de impedir
la fragmentación de sus patrimonios36.
|
Por otra parte, me gustaría tomar la postura
que concibe la existencia de diferentes tipos
|
de familias en la campaña bonaerense, y en
consecuencia también en Magdalena. En
|
principio, se conformaba la familia nuclear
restringida, integrada por el matrimonio o
|
pareja, tuviesen éstos hijos o no. Diferente
era una restringida incompleta, que se daba
|
cuando uno de los cónyuges moría o abandonaba
el núcleo. La familia amplia era aquella
|
donde se integraban otras personas, ya fueran
parientes o no, más los esclavos, peones
|
conchabados, agregados, arrendatarios, etc.
También existían las troncales, que eran las que
|
se componían de ascendientes y/o descendientes
del núcleo, y las mismas podían llegar a
|
ser amplias al incorporar personas externas
en diferente carácter. Por último, había familias
|
múltiples, es decir, varios grupos cohabitando
la misma parcela o UP 37. Como bien notó la
|
34 SALAS, Adela. Op. Cit., p. 33.
|
35 Ibídem, pp. 31-32.
|
36 MAYO, Carlos. Op. Cit., p. 61.
|
37 SALAS, Adela. Op. Cit., pp. 33-34.
|
10
|
misma autora, el padrón de 1738 no aporta datos útiles para poder
caracterizar los grupos
|
familiares de las UP, aunque si los de 1726
y 1744: según los datos brindados por el
|
primero de ellos, el 62,8% eran restringidas,
contra un 32% de amplias y un bajo 1,3% de
|
troncales; en el censo siguiente, nos encontramos
con un 50,9% de la primera categoría, un
|
36,8% de la segunda y un 9,7% de la tercera
38. En conclusión, las nucleares continuaron
|
siendo, con diferencia, las más comunes, aunque
a lo largo del período fueron creciendo en
|
importancia las otras categorías.
|
Otra característica estructural era la importancia
de la población indígena. En este pago, se
|
habían desarrollado durante el siglo XVII dos
grandes reducciones de naturales: la de los
|
tabichaminís (extinta en 1682) y la de los
Quilmes-calianos, que hacia 1666 eran 455, y en
|
1730 unos 129, debido al descenso demográfico
como consecuencia de las pestes,
|
enfermedades, el clima y las hostilidades sufridas
por los nativos. En cuanto a la población
|
aborigen en general, hay que decir que en 1726
eran 33 personas de esta clase, sobre un
|
total de 588 pobladores (5,8%), pero que si
sumamos los reducidos, el porcentaje de
|
‘‘indios’’ sobre el registro total es de 22,59%,
lo cual no es poca cosa. Según el padrón de
|
1744, había 9 ‘‘infieles’’ (1,3% del total),
aunque otras fuentes como los bautismos que se
|
realizaron entre 1738-1747 y fueron registrados
arrojan otros números: los indios-mestizos
|
conformaban un 27,4% de todo Magdalena39. Tanto ‘‘indios’’ como mestizos aparecen en
|
las UP en diversas situaciones: Tomás de las
Beatas, anotado en 1726, vivía y trabajaba con
|
su esposa y sus 5 hijos en las tierras de don
Gaspar de Avellaneda; Miguel, nativo de
|
Corrientes, casado y con 2 hijos, se encontraba
en la misma situación; Juan y Miguel,
|
indígenas de origen chileno, eran solteros
y no tenían hijos, aunque también estaban
|
dependiendo del mismo propietario que los anteriores
40; Alonso Andrade, mestizo de
|
Santiago, no tenía nada y ocupaba una tierra
en condiciones que no conocemos con
|
exactitud, mientras que el Lorenzo era casado
y tenía en su compañía a una mujer (también
|
nativa) y un mestizo casado (tenía un hijo),
todos en la estancia del difunto Joseph
|
38 Ibídem, p. 35.
|
39 Ibídem, pp. 28-29.
|
40 Academia Nacional de la
Historia (ANH). Documentos para la Historia Argentina. Tomo X. Padrones de la
Ciudad y campaña de Buenos Aires. Padrón de
1726, pp. 185-186.
|
11
|
Arregui41. En 1744, había 2 ‘‘indios del Paraguay’’
viviendo como agregados de Bernardo
|
Biñasu, criollo de Mendoza, quien a su vez
era arrendatario 42; doña Inés de Aguirre tenía
|
como agregados en sus tierras de chacra a una
familia conformada por un mulato, una india
|
y sus 3 hijas43.
|
41 Ibídem, pp. 186-187.
|
42 ANH, Documentos…, Padrón
de 1744, p. 694.
|
43 Ibídem, pp. 696-697.
|
12
|
En cuanto a la mano de obra, estaba conformada por trabajadores que
atravesaban
|
distintas situaciones. No faltaron establecimientos
que contaran con esclavos entre sus filas,
|
aunque los mismos nunca llegaron a ser la mayoría:
en 1726, 18 UP fueron registradas con
|
este tipo de trabajadores, sobre un total de
89 (20,22%)44. En el padrón siguiente (1738), la
|
relación fue de 11/115 (9,56%)45, mientras que en el posterior (1744), fue de 12/141
|
(8,51%)46. En síntesis, la evolución
de la presencia de esclavos en las explotaciones fue en
|
baja (siempre fue negativa), como puede observarse
en el siguiente gráfico, junto con la
|
concentración de este tipo de trabajadores
en las unidades rurales.
|
En 1726 el promedio es de 3,72 esclavos por
UP, en 1738 el número baja a 1,27, mientras
|
que en 1744 la cifra asciende a 2,41personas
de esta condición por establecimiento
|
(teniendo en cuenta solamente aquellos que
los tenían). En definitiva, tanto el número de
|
grupos que contaban con esclavos como la concentración
de éstos en cada sitio tienden a
|
disminuir a lo largo del período, pero en realidad
las cifras siempre fueron bajas.
|
Otro grupo era constituido por los denominados
como ‘‘agregados’’, ‘‘arrimados’’ o gente
|
‘‘en compañía de…’’. Estos formaban parte de
una relación entre un campesino desprovisto
|
44 ANH. Documentos…, Padrón
de 1726, pp. 177-187.
|
45 ANH. Documentos…, Padrón
de 1738, pp. 294-298.
|
46 ANH. Documentos…, Padrón
de 1744, pp. 688-709.
|
13
|
de tierras (con o sin grupo familiar) con un propietario (fuese un
gran estanciero o no), por
|
el cual el primero se comprometía a pagar con
su trabajo en la estancia del dueño, a cambio
|
del usufructo de una parcela. Se trataba de
un vínculo exclusivamente consuetudinario, es
|
decir, basado en la fuerza de la costumbre
47. Similar era la situación de los arrendatarios,
|
quienes pagaban una renta, generalmente en
especie, para poder acceder a la ocupación de
|
una determinada extensión territorial48. Al igual que los esclavos, este tipo de trabajadores
|
desempeñaban distintas funciones en las actividades
agrícolas y ganaderas, como la
|
siembra, la cosecha, las recogidas de animales,
las faenas, la doma de potros salvajes, etc.
|
Según lo que podemos apreciar gracias a los
padrones disponibles para este período, nos
|
encontramos con que estos tipos de trabajo
coexistieron, y en gran medida se
|
complementaron dentro de las UP de Magdalena.
|
Respecto a los peones asalariados, hay que
sostener que a simple vista parece que no
|
tuvieron demasiado peso en Magdalena durante
la primera mitad del siglo XVIII, sobre
|
todo por el número de establecimientos que
los tenían: en 1726 sólo 6 de 89 UP tenían
|
conchabados (6,74%), mientras que en 1744 solamente
11 de un total de 141 los tenía
|
47 MAYO, Carlos. Op. Cit., pp. 73-74.
|
48 FRADKIN, Raúl (1995).
‘‘Según la costumbre del pays’: costumbre y arriendo en Buenos Aires durante el
siglo XVIII’’, en Boletín del Instituto de
Historia Argentina y Americana ‘‘Dr. E. Ravignani’’, Tercera Serie,
Nº 11, p. 39.
|
14
|
(7,8%). Eran campesinos que vendían su fuerza de trabajo a cambio
de un salario, el cual
|
generalmente se pagaba pocas veces en plata,
y más bien se hacía en ‘‘monedas de la
|
tierra’’, lo cual era beneficioso para los
patrones, ya que, como bien señala Raúl Fradkin:
|
‘‘La
remuneración en especies permitía a las haciendas que contaban con pulpería efectuar
una deducción
real sobre los salarios y ello ha sido constatado
desde Tucumán a la Banda Oriental; de este modo, la
administración de la propiedad podía reducir
significativamente su erogación monetaria en salarios (el
principal gasto de una unidad de producción
agraria) y equilibrar sus cuentas. El componente metálico del
salario no sólo era menor en el interior sino
que generalmente pareciera haber sido sobrevalorado’’49.
|
En pocas palabras, la idea de los propietarios
era asegurar mano de obra al menor costo
|
monetario posible, y por eso puede ser que
el número que encontramos de agregados,
|
arrimados y otros dependientes supere al de
peones. Por otra parte, existían otros factores
|
que impedían que los estancieros y chacareros
pudieran controlar a la mano de obra
|
manteniéndola sujeta a sus establecimientos.
Según Carlos Mayo, los campesinos tenían
|
acceso directo a los medios de producción (tierra
y ganado), las posibilidades que
|
representaba la frontera abierta, los circuitos
clandestinos de comercialización, factores que
|
se sumaban a la actitud de rechazo de los peones
frente al trabajo 50. Otros autores, como
|
Jorge Gelman, demostraron que no solamente
influían dichos aspectos, sino también otros
|
como el calendario marcado por la producción
triguera, que por ejemplo llevaba a que en
|
los meses de verano (cuando tenían lugar la
siega y las cosechas, actividades
|
fundamentales), los asalariados tendieran a
salir de las estancias ganaderas para
|
concentrarse en las chacras cerealeras, donde
recibían más dinero y en plata, o bien en sus
|
propias explotaciones51, ya que muchos de los peones eran también campesinos
|
independientes o agregados de otros establecimientos,
según la situación.
|
Sin embargo, no podemos obviar a las tierras
en donde vivían y trabajaban estos
|
campesinos que describimos. En principio, la
única clasificación más distinguible es la
|
realizada entre chacras y estancias, que ya
han sido definidas en este trabajo. En 1726, 17
|
49 FRADKIN, Raúl (2000).
‘‘El mundo rural colonial’’, en TANDETER, Enrique (Dir.). Nueva Historia
Argentina. Tomo II. La sociedad colonial.
Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, p. 261.
|
50 MAYO, Carlos (1987). ‘‘Sobre
peones, vagos y malentretenidos: el dilema de la economía rural
rioplatense durante la época colonial’’, en
Anuario del IEHS,
Nº 2, p. 27.
|
51 GELMAN, Jorge (1993).
‘‘Nuevas perspectivas sobre un viejo problema y una misma fuente: el gaucho y
la historia rural del Río de la Plata colonial’’,
en FRADKIN, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la
Plata colonial. Los establecimientos
productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor
de América Latina, p. 136.
|
15
|
de los 89 establecimientos fueron registrados como estancias (19,10%),
mientras que no se
|
encontraron chacras, quedando de esta manera
la gran mayoría de las unidades sin
|
clasificación52. Lamentablemente, el padrón de 1738 no nos sirve para apreciar esta
|
diferenciación, y en 1744 se contabilizaron
10 estancias y 5 chacras, representando un 7% y
|
un 3,54% del total respectivamente53. En resumen, estas cifras no son suficientes como para
|
describir la organización de las UP y sus características.
|
Por eso, es necesario tomar otros indicadores
para caracterizar la producción y los
|
vínculos con los mercados, como la extensión
territorial, el número de cabezas por especie
|
y la presencia de herramientas vinculadas a
las prácticas pecuarias y agrícolas. En 1738, las
|
unidades que criaban animales eran 34 sobre
115 (29,56%), y en 1744 se encontraron 58
|
sobre 141 (41,13%)54. Como primera aproximación, podría pensarse en una tendencia al
|
crecimiento de la presencia de ganado en el
pago.
|
Ahora bien, ¿qué se producía en la región y
para qué? Como bien señalan autores como
|
Garavaglia, Halperín Donghi y Mayo, la ganadería
tenía varias alternativas mercantiles: el
|
mercado atlántico (exportación de cueros),
el abasto de carne, grasa y sebo a nivel local, el
|
envío de vacunos y mulas en pie hacia el Norte
minero, etc. 55. Además, se encontró una
|
interesante presencia de ovinos (útiles para
lana y carne), bueyes y caballos (éstos últimos
|
vinculados directamente a los trabajos agrícolas,
la carga y el transporte)56.
|
La importancia del vacuno es innegable: en
1738, sobre 31 UP con ganado, 29 tenían
|
vacas (63,54%), repitiéndose la tendencia con
las 57 que tenían este tipo de haciendas sobre
|
un total de 58 UP con ganado en 1744 (98,27%).
La concentración en número también era
|
muy considerable: 137,93 en 1738, y 248,84
en 1744, es decir, que la presencia de estos
|
52 ANH. Documentos…, Padrón
de 1726, pp. 177-187.
|
53 ANH. Documentos…, Padrón
de 1744, pp. 688-709.
|
54 ANH. Documentos…, Padrones
de 1738 y 1744, pp. 294-298 y 688-709.
|
55 GARAVAGLIA, Juan Carlos.
Op. Cit., pp. 216-218; HALPERÍN DONGHI, Tulio (1993). ‘‘Una estancia
en la campaña de Buenos Aires, Fontezuela,
1753-1809’’, en FRADKIN, Raúl (Comp.). La historia agraria
del Río de la Plata colonial. Los establecimientos
productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor
de América
Latina, p. 60; MAYO, Carlos (2004). Op. Cit.,
p. 40.
|
56 GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo.
Op. Cit., p. 87.
|
16
|
animales fue en aumento hacia mediados de la centuria.
|
En primer lugar, vemos la clara superioridad
del ganado vacuno sobre el resto de las
|
especies, pese a los defectos que presenta
esta fuente. Asimismo, parece ser que en una
|
diferencia de pocos años la tendencia a criar
bovinos aumentó en las UP, justo en la misma
|
época que en algunos trabajos previos marqué
como de consolidación de las recogidas de
|
ganado alzado y de la producción organizada
en las estancias57.
|
En cuanto a lo difundida que estaba cada especie
de ganado, también se puede ver una
|
clara superioridad de los bovinos: en 1738,
29 de los 31 lugares de criadores tenían vacas,
|
como ya se ha dicho, de los cuales 14 (48,27%)
complementaban la cría de estos animales
|
con otras especies (en el caso de este padrón,
solamente se pudieron encontrar yeguas de
|
cría, importantes para la reproducción del
ganado equino y, fundamentalmente, la
|
fabricación de las mulas demandadas por los
centros de producción argentífera). Hacia
|
1744, solamente en 12 de 58 UP (20,68%) convivían
vacunos (presentes en el 98,27% de
|
las mismas) con otros animales, en ese momento
más diversos: se encontraron ovejas
|
(4.400 cabezas), yeguas (1.900) y bueyes (40)58.
|
57 PELOZATTO REILLY, Mauro
Luis (2014, 2015 y 2015b).
|
58 ANH. Documentos…, Padrones
de 1738 y 1744, pp. 294-298 y 688-709.
|
17
|
En conclusión, los censos rurales de Magdalena nos muestran una ganadería
claramente
|
diversificada, con una tendencia al crecimiento
del vacuno, como puede verse en esta
|
muestra general:
|
Ovinos; 17%
|
Yeguas; 15%
|
Vacunos; 69%
|
Aclaración: los 40 bueyes registrados en 1744
no llegan a conformar siquiera un 1% del total.
|
Fuente: ANH. Documentos…, Padrones de 1738
y 1744, pp. 294-298 y 688-709.
|
Por último, es necesario hacer una descripción
de los criadores más destacados del
|
período, el papel de la gran propiedad territorial,
la relación entre ganadería y agricultura, y
|
la existencia de una verdadera economía diversificada,
la cual ya a esta altura resulta
|
innegable, tras ver los datos de todos los
establecimientos del período seleccionado.
|
Característicos de los hacendados de Magdalena
|
Para este apartado se ha optado por el análisis
de los padrones y de sucesiones
|
correspondientes a vecinos criadores de Magdalena
identificados entre los decenios de
|
1720 y 1750, con el objetivo de elaborar una
especie de perfil de los hacendados del
|
período.
|
Según la primera de estas fuentes, existía
un grupo de medianos y grandes hacendados
|
diversificados. En 1738, el capitán Roque Giménez
declaró 1.000 cabezas de ganado
|
vacuno, y además criaba yeguas, tenía 2 esclavos,
era propietario de sus tierras de estancia
|
y vivía en una casa cubierta de tejas. Ese
mismo año, se contaron cerca del rancho del
|
18
|
estanciero propietario Gonzalo Villoldo 2.000 yeguas de cría y algunas
vacas 59. En 1744,
|
Juan Romero, quien era propietario de sus tierras
y vivía en un rancho de paja, tenía por lo
|
menos 1.500 vacunos más tierras de labranza
60. Tomás de Arroyo, quien poseía estancia y
|
chacra, tenía entre sus bienes declarados 3.000
ovejas y 1.500 vacas 61. Por su parte, Pedro
|
Barragán, quien contaba con una casa de adobe
y techo de paja, se mostró como un
|
importante productor diversificado con sus
1.500 ovejas, 1.000 vacunos y 200 yeguas 62.
|
Doña Martina de Luola (viuda), aparece como
la hacendada más importante entre las
|
mujeres, ya que tenía 1.000 yeguas y 50 bovinos,
además de 5 esclavos, un campesino
|
agregado (su sobrino), sus tierras y casa de
adobe de 5 tirantes y techo de tejas63.
|
Las sucesiones de los vecinos ganaderos de
la época aportan algunos datos más para
|
ilustrar las características de aquellas unidades
de producción. Juan Arregui (1744), contaba
|
con 2 leguas de frente de tierras de estancia
y cabezadas, las cuales eran utilizadas para las
|
sementeras y la cría de ganados mayores y menores
64. El capitán Luis Gutiérrez Molina
|
dejó como parte de sus bienes sucesorios una
chacra poblada de 600 varas de frente por una
|
legua de fondo, tierras que habían sido obtenidas
en merced 65. El capitán don Andrés
|
Lozano (1755), tenía tierras de una legua y
media de fondo (tasadas a 2 reales por legua),
|
273 vacas, 246 yeguas, 103 caballos y 8 bueyes.
Además, se deduce cierta presencia de
|
prácticas agrícolas por la posesión de azadas,
hachas y carretas, entre otros implementos
|
relacionados66. Por último, el sargento
Juan Gutiérrez de Paz (1728), vecino instalado cerca
|
de las tierras de los indios Quilmes, tenía
casa poblada con una sala de aposentos y cubierta
|
de tejas, y tierras por 3.000 varas de frente
por legua y media de fondo (tasadas en 1.000
|
pesos). Entre sus haciendas, se contaron 450
vacunos, 150 mulas, 640 yeguas de cría, 12
|
59 ANH. Documentos…, Padrón
de 1738, pp. 294 y 297.
|
60 ANH. Documentos…, Padrón
de 1744, p. 691.
|
61 Ibídem, p. 701.
|
62 Ibídem, p. 705.
|
63 Ibídem, p. 709.
|
64 AGN, Tribunales, Sucesiones,
3859, Sucesión de Juan Arregui (1744), pp. 2-4.
|
65 AGN, Tribunales, Sucesiones,
3859, Sucesión del Capitán Luis Gutiérrez Molina, p. 8b.
|
66 AGN, Tribunales, Sucesiones,
6722, Sucesión del Capitán don Andrés Lozano (1755), pp. 10-11.
|
19
|
caballos, 68 burros, 23 bueyes y 1.000 ovejas. En cuanto a los implementos
de trabajo,
|
tenía un esclavo, carretas, masas y montas67.
|
Varios aspectos de importancia pueden verse
con todos estos ejemplos: a) la inexistencia
|
de grandes estancieros latifundistas (no se
encontró a ningún vecino con más de 5.000
|
cabezas de ganado, mientras que los tamaños
de las extensiones rurales no son
|
sorprendentes); b) claramente, estamos frente
a una ganadería que era diversificada, la cual
|
le daba más relevancia a los vacunos y yeguas,
seguidos de ovinos (abundantes por su bajo
|
precio por cabeza), mulas, caballos y bueyes
(los dos últimos, indicadores de agricultura),
|
respondiendo de esta manera a varios mercados
al mismo tiempo; c) la poca cantidad de
|
esclavos que tenían pese a ser los criadores
más destacados del lugar, y la coexistencia
|
entre las estancias y los pueblos de indios
(en este caso, los Quilmes); d) había en las
|
estancias otros indicadores de agricultura,
como las herramientas agrícolas.
|
Ahora bien, no hemos encontrado un latifundio
propiamente dicho, hasta la conformación
|
del perteneciente al sargento mayor don Clemente
López Osornio en 1766, quien adquirió
|
mediante la compra y el remate en almoneda
pública tierras que anteriormente habían sido
|
de otros vecinos criadores (Francisco y Joseph
Espinoza, Joseph Arregui y Martín
|
Gamboa). En el caso del último de los enumerados,
le compró 3 leguas de frente por 12.000
|
de fondo. El estanciero en cuestión hizo todo
lo posible por conservar sus bienes inmuebles,
|
presentando las cartas de venta, los títulos
de propiedad de los antiguos propietarios y
|
consiguiendo un ‘‘piloto’’ para hacer las mensuras
correspondientes 68. Sería interesante
|
profundizar más sobre estos casos puntuales
y sobre el período siguiente (segunda mitad
|
del siglo XVIII), donde ya podemos percibir
la consolidación de verdaderos latifundios
|
mixtos.
|
67 AGN, Tribunales, Sucesiones,
6250, Sucesión del Sargento Juan Gutiérrez de Paz (1728), pp. 7-7b.
|
68 ARRONDO, César y SÁNZ,
Vilma. Op. Cit., p. 19.
|
20
|
Conclusiones
|
sucesiones (inventarios y testamentarias de
vecinos ganaderos), se pueden plantear algunas
|
ideas finales en relación a la evolución de
la ganadería y la propiedad de la tierra en el pago
|
de Magdalena: 1) los primeros asentamientos
se originaron a partir de los repartos de tierras
|
concedidos por Juan de Garay, y las mercedes
otorgadas en la zona por los gobernadores en
|
el siglo XVII; 2) el pago de Magdalena se encontraba
naturalmente en una situación de
|
frontera abierta, la cual era fuente de conflictos
directos con los ‘‘indios’’, pero también de
|
circuitos clandestinos de comercialización
y otros contactos sociales (los aborígenes
|
supieron integrarse de distintas maneras a
la sociedad y la economía coloniales); 3) todos
|
estos factores, más el fácil acceso a los medios
de producción, el ciclo de trabajo agrícola y
|
la poca capacidad de control que tenían las
autoridades coloniales, facilitaron la
|
conformación de un amplio sector de campesinos
libres que se iban alternado entre el
|
conchabo, el arrendamiento, la agregación y
la producción independiente; 4) el peso de la
|
esclavitud fue, en líneas generales, pobre,
sirviendo más bien de complemento para la
|
inestable mano de obra libre; 5) el cabildo
intervino, junto con otras autoridades locales,
|
sobre diversas problemáticas vinculadas a las
prácticas económicas y los conflictos sociales
|
típicos de la frontera: organización de recogidas
de ganado alzado, redistribución de
|
animales recolectados entre los vecinos criadores,
conformación de milicias para la guerra
|
contra los ‘‘infieles’’, etc.; 6) como sostuvieron
en su momento autores como Garavaglia,
|
se trató de una región ‘‘mixta’’, debido a
la existencia de una relación de
|
complementariedad entre la ganadería y la agricultura69, tanto en las chacras como en las
|
UP reconocidas como estancias; 7) la ganadería
era, claramente, de carácter diversificado,
|
en el sentido de que se producía para distintos
mercados; 8) la conformación de grandes
|
propiedades territoriales no se dio hasta después
de mediados de la centuria, aunque
|
siempre predominaron las pequeñas y medianas
UP; 9) desde el punto de vista productivo,
|
la tendencia a un crecimiento en la importancia
de la ganadería vacuna en relación a las
|
otras especies es clara; 10) hubo una visible
fragmentación de las explotaciones, lo cual
|
69 GARAVAGLIA, Juan Carlos
(1993). ‘‘Las ‘estancias’ en la campaña de Buenos Aires. Los medios de
producción (1750-1850)’’, en FRADKIN, Raúl
(Comp.). La historia agraria
del Río de la Plata colonial. Los
establecimientos productivos (II). Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
p. 138.
|
21
|
queda de manifiesto ante el aumento de los arriendos70 y de las agregaciones, más el mayor
|
número de unidades administradas por hombres
y familias asentadas en tierras ajenas.
|
Bibliografía y fuentes
|
AGN, AECBA, Serie II, Tomos IV, V, VI, VII,
VIII y IX; Serie III, Tomos I y II.
|
AGN, Tribunales, Sucesiones, varios legajos.
|
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Tomo X. Padrones de la Ciudad y campaña
|
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1738 y 1744.
|
70 ARRONDO, César y SÁNZ,
Vilma. Op. Cit., p. 20.
|
22
|
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de tierras en el pago de la
|
Magdalena: De los primeros repartimientos hasta
la ocupación de comienzos del siglo
|
XIX’’, en Anuario del Instituto de Historia Argentina, Universidad Nacional de La Plata,
|
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|
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BARRIERA, Darío (2013). ‘‘Justicias rurales:
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|
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bonaerense: las alcaldías de la Santa Hermandad
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la Plata entre los siglos XVI y XIX.
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GARAVAGLIA, Juan Carlos (1993). ‘‘Las ‘estancias’
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